martes, 24 de julio de 2007

El rompecabezas

Un científico estaba trabajando en su laboratorio cuando entró su hio de cinco años, dispuesto a ayudarle. El científico, que tenía mucho trabajo y no quería ser interrumpido, pensó en darle un entretenimiento al niño para que no le molestase. Recortó de una revista un mapa del mundo, lo cortó en muchos trocitos y se lo dio a su hijo junto con cinta adhesiva para que lo recompusiera. Como no había visto nunca ese mapa, el científico pensó que tardaría horas en hacerlo.

Cuál fue su sorpresa cuando, al cabo de unos minutos el niño le dijo:
-¡Ya está papá, ya lo terminé!

El científico se quedó sorprendido por unos momentos, pero se giró pensando que no vería más que una chapuza típica de un niño de cinco años. Sin embargo, el niño le mostraba el puzzle totalmente hecho y con todas las piezas en su sitio. Le preguntó asombrado:
-¿Cómo lo has hecho, hijo?

-¡Muy fácil, papá! Cuando lo recortaste de la revista, me di cuenta de que, por detrás del mapa, había dibujado un hombre. Cuando me diste los trocitos, les di la vuelta e hice el rompecabezas del hombre. Cuando terminé de arreglar el hombre, me di cuenta de que había arreglado el mundo...

miércoles, 11 de julio de 2007

Los ojos de Ana

Ana era una niña de cinco años muy alegre. Tenía el pelo negro y los ojos negros también. Su padre, su madre y sus hermanas tenían los ojos azules, pero ella había había nacido con los ojos muy negros. Ana quería tener los ojos de un azul tan intenso como el de su familia. Por eso una noche rezó así: "Señor, yo quiero tener unos ojos azules tan bonitos como los de mi mamá y mi papá y mis hermanitas, hermosos como el cielo y bonitos como el mar. Yo sé que eres un Padre bueno y me lo vas a conceder". Y se durmió con este pensamiento.

A la mañana siguiente se levantó corriendo y fue al espejo muy contenta para ver si sus ojos se habían vuelto azules. Y se vio a si misma en el espejo... con los ojos exactamente igual de negros. Se quedó un poco frustrada. ¿Por qué Dios no había cumplido su petición?

Ana fue creciendo y creciendo, y Dios la llamó para ser misionera. Ahora trabaja en la India, rescatando a los niños que van a ser sacrificados en los altares. Cada día por la mañana se pone un velo y se viste como cualquier mujer india, se maquilla un poco la cara para que su piel parezca más oscura y va al templo a rescatar a algún niño o niña. Cierto día, su compañera en la misión (que conocía a su familia) le comentó: "es una suerte que tengas esos ojos tan negros, Ana. Si los tuvieras tan azules como los de tus padres y hermanas, no podrías estar haciendo esta labor tan importante en la India".