jueves, 12 de julio de 2012

Un día de verano

En un caluroso día de verano un niño decidió ir a nadar a la laguna que había detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y mientras nadaba feliz, no se dio cuenta de que un cocodrilo se le acercaba.

Su madre desde a ventana de su casa vio con horror lo que estaba sucediendo. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía. Oyéndola, el niño se alarmó y se volvió nadando hacia su madre.

Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la madre cogió al niño por sus brazos justo cuando el reptil le agarraba las piernas. La mujer asía con determinación, con toda la fuerza de su corazón.

El cocodrilo era más fuerte, pero la madre era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba.

Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo.

El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar. Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si querría enseñarle las cicatrices de sus pies.

El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remangó las mangas y señalando hacia las cicatrices en sus brazos le dijo: "Pero las que usted debe ver son éstas".

Eran las marcas de las uñas de su madre que habían presionado con fuerza. "Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida".

2 comentarios:

sandra useche dijo...

Asi es el amor de una madre estan grande que damos la vida por nuestros hijos sin importar nada

Anónimo dijo...

Es sierto tomamos importancia a lo que no deberíamos y ante esta historia se analiza el amor mutuo:).