sábado, 15 de diciembre de 2012

El regalo de Navidad

En 1994, dos americanos respondieron a una invitación del Departamento de Educación Rusa para enseñar moral y ética (basadas en principios bíblicos) en las escuelas públicas. Fueron invitados a enseñar en prisiones, negocios, departamentos de bomberos y policía, y en un inmenso orfanato. Alrededor de 100 niños y niñas que habían sido abandonados, abusados, y dejados en cargo de un programa del gobierno, estaban en este orfanato. Ellos relatan la historia con sus propias palabras.

Se acercaban los días de las fiestas navideñas de 1994, tiempo de que nuestros huérfanos escucharan por primera vez la historia tradicional de Navidad. Les contamos cómo María y José llegaron a Belén. No encontraron albergue en la posada y la pareja se fue a un establo, donde nació el niño Jesús y fue puesto en un pesebre.

Durante el relato de la historia, los niños y trabajadores del orfanato estaban asombrados mientras escuchaban. Algunos estaban sentados al borde de sus taburetes, tratando de captar cada palabra. Terminando la historia, le dimos a los niños tres pequeños pedazos de cartulina para que construyeran un pesebre. A cada niño le dimos un pedazo de papel cuadrado cortado de unas servilletas amarillas que yo había traído conmigo, pues no había servilletas de colores en la ciudad.

Siguiendo las instrucciones, los niños rasgaron el papel y colocaron las tiras con mucho cuidado en el pesebre. Pequeños pedazos de cuadros de franela, cortados de un viejo camisón de dormir que había desechado una señora americana al irse de Rusia, fue usado para la frazada del bebé. Un bebé tipo muñeca fue cortado de una felpa color canela que habíamos traído de los Estados Unidos.

Los huérfanos estaban ocupados montando sus pesebres, mientras yo caminaba entre ellos para ver si necesitaban ayuda. Parecía ir todo bien hasta que llegué a una de las mesas donde estaba sentado el pequeño Misha. Parecía tener alrededor de 6 años y ya había terminado su proyecto. Cuando miré en el pesebre de este pequeño, me sorprendió ver no uno, sino dos bebés en el pesebre. Enseguida llamé al traductor para que le preguntara al chico por qué había dos bebés en el pesebre. Cruzando sus brazos y mirando a su pesebre ya terminado, empezó a repetir la historia muy seriamente.

Para ser un niño tan pequeño que sólo había escuchado la historia de Navidad una vez, contó el relato con exactitud... hasta llegar a la parte donde María coloca el bebé en el pesebre. Entonces Misha inventó su propio final de la historia diciendo:
-Y cuando María colocó al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar adonde ir. Yo le dije: "No tengo mamá y no tengo papá, así que no tengo dónde quedarme". Entonces Jesús me dijo que me podía quedar con él. Pero le dije que no podía porque no tenía un regalo para darle, como habían hecho los demás. Sin embargo tenía tantos deseos de quedarme con Jesús, que pensé que podría darle un buen regalo. Le pregunté a Jesús: "Si te mantengo caliente, ¿sería eso un buen regalo?". Jesús me contestó: "Si me mantienes caliente, ese sería el mejor regalo que me hayan dado". Así que me metí en el pesebre, y entonces Jesús me miró y me dijo que me podría quedar con él... para siempre.

1 comentario:

kim dijo...

Que cuento tan hermosos mi nombre es Kimberly y he crecido sin padres pero DIOS siempreha a estado al frente de mi vida y ha respondido por mi. Gracias por compartir esta bella historia.