Había una vez
un matrimonio joven. Él tenía 32 años, ella 30, y un hijo de 6 años. Vivía también en la casa una anciana de
80 años, madre del padre de familia.
Todo transcurría con normalidad salvo a la hora del almuerzo y cena, en donde la anciana sin querer tropezaba las cosas, tirando a veces las copas servidas o ensuciando el mantel.
Todo transcurría con normalidad salvo a la hora del almuerzo y cena, en donde la anciana sin querer tropezaba las cosas, tirando a veces las copas servidas o ensuciando el mantel.
Después de
un tiempo, ella le pidió a su marido que comprara una mesa para
poner a su madre separada de donde ellos comían.Y así fue.
A partir del siguiente día la abuela empezó
a comer sola sin molestarlos a ellos.
Pasó algún
tiempo, hasta que un día el hijo de la anciana se preparaba para
almorzar cuando notó que su propio hijo tenía en el piso
del comedor un par de maderas, clavos sueltos y martillo.
Se acerco a él
y le preguntó:
-¿Qué estás haciendo con esas cosas, hijo?
Y el niño le respondió:
-Estoy haciendo una mesa para cuando tú y mamá seais mayores como la abuela...
-¿Qué estás haciendo con esas cosas, hijo?
Y el niño le respondió:
-Estoy haciendo una mesa para cuando tú y mamá seais mayores como la abuela...
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