Tal vez no
te diste cuenta. No lo
escuchaste porque estabas en el computador distraído, mirabas el televisor o estabas concentrado en
tu trabajo.
Hoy Dios te
ha llamado. Te pide que
lo dejes todo por Él, que le des tu vida, que la gastes en algo grande, más
grande de lo que puedas imaginar. Quiere que seas
Su enviado, su mensajero y le muestres al mundo Su amor de Padre. Lo
Misericordioso que es con nosotros. Desea que te conviertas en un faro que guíe a los demás, e ilumines la
oscuridad del mundo.
Desde que
naciste crece en tu interior una semilla que Él sembró en ti. El amor Divino que te irá inundando el
corazón hasta que no haya espacio más que para Dios. Te llenarás
de Dios para llevarlo a los demás.
Podrás
abrazar al enfermo, al débil, al necesitado, al que está solo. Te acercarás
mostrándoles el rostro del Padre. Una sola palabra bastará para llenar sus esperanzas: “Dios”.
Sencillamente
les dirás: “Dios te ama” y cambiarás sus vidas con la certeza de saberse amados. Dios quiere
que seas diferente, y te atrevas a vivir el Evangelio.
“¿A quién
enviaré?”, te preguntó hace un momento. “¿Quién irá en mi nombre?”
Muchos han respondido: “Aquí estoy. Envíame a mí”. Y
son nuestros religiosos, sacerdotes, religiosas. También están los que
decidieron seguirlo y formar un matrimonio y tener hijos. O los que
descubrieron que los llamaba a un apostolado.
Su llamado
es para todos. Pero hoy te ha llamado a
ti.
Dios te ha
llamado al amor, para que perdones y lleves Su palabra.
No permitas
que te quiten esa ilusión, la de la vez primera, cuando lo sentiste en tu interior con
una fuerza impresionante y el mundo fue
diferente. Lo viste nuevo, hermoso, increíblemente bello. Y todo te recordaba a
Dios.
Cuando te
llenaste de algo que no comprendiste. Como un súbito sentimiento de
gozo, que te movía al amor. Un fuego que te quemaba por dentro y brotaba en tu interior la necesidad de estar
a solas con Dios.
Cuando fuiste feliz a contracorriente.
Cuando te
atreviste a denunciar y anunciar.
Cuando la
caridad surgió como un manantial dentro de ti.
Cuando te
fue fácil orar, porque era estar en Su presencia.
Hoy Dios te
ha llamado. ¿Qué le responderás?
Claudio de Castro
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