lunes, 7 de abril de 2014

Cuando el viento sopla...

Hace algunos años un hacendado poseía tierras a lo largo del litoral del Atlántico Sur. Constantemente anunciaba estar precisando empleados. La mayoría de las personas estaban poco dispuestas a trabajar en campos a lo largo del Atlántico. Temían las horribles tempestades que barrían aquella región, haciendo estragos en las construcciones y las plantaciones.

Buscando nuevos empleados, recibió muchos rechazos. Finalmente, un hombre bajo y delgado, de edad media se aproximó al hacendado.
- ¿Usted es un buen labrador? - le preguntó el hacendado.
- Bueno, yo puedo dormir cuando el viento sopla - le respondió el pequeño hombre.

Bastante confuso con la respuesta, el hacendado, desesperado por ayuda, lo empleó. Este pequeño hombre trabajó bien en todo el campo, manteniéndose ocupado desde el amanecer hasta el anochecer. Y el hacendado estaba satisfecho con el trabajo del hombre.

Pero entonces, una noche, el viento sopló ruidosamente. El hacendado saltó de la cama, agarró una lámpara y corrió hasta el alojamiento del empleado. Sacudió al pequeño hombre y le gritó:
- ¡Levántate! ¡Una tempestad está llegando! ¡Recoge las cosas antes de que sean arrastradas!

El hombre pequeño se dio la vuelta en la cama y le dijo firmemente:
- No, señor. Yo ya le dije que puedo dormir cuando el viento sopla.

Enfurecido por la respuesta, el hacendado estuvo tentado a despedirlo inmediatamente. En vez de eso, se apresuró a salir y preparar el terreno para la tempestad. Del empleado se ocuparía después.

Pero, para su asombro, encontró que todas las parvas de heno habían sido cubiertas con lonas firmemente atadas al suelo. Las vacas estaban bien protegidas en el granero, los pollos en el gallinero, y todas las puertas muy bien trabadas. Las ventanas habían sido bien cerradas y aseguradas. Todo estaba bien dispuesto. Nada podría ser arrastrado.

El hacendado entonces entendió lo que su empleado le había querido decir, y retornó a su cama para también dormir cuando el viento soplaba; cuando se está preparado, ¿por qué temer al viento que sopla?

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