Cada uno pensó que sabía algo, porque pudo tocar alguna parte de él. Cuando volvieron junto a sus conciudadanos, impacientes grupos se apiñaron a su alrededor... Preguntaron por la forma del elefante y escucharon todo lo que aquellos dijeron.
El hombre que había tocado la oreja dijo:
- El elefante es una cosa rugosa, grande, como una alfombra ancha y gruesa
El que había tocado la trompa dijo:
- Yo sí sé la realidad: el elefante es un tubo recto y hueco, horrible y destructivo
El que había tocado sus patas dijo:
- ¡No digáis sandeces! El elefante es poderoso, firme y pesado como una columna.
Así, como cada uno sólo lo había captado parcialmente, se empeñaba en que estaba en lo cierto y no consiguieron ponerse de acuerdo, porque no construyeron la totalidad con todos sus aportes. Y así, mientras discutían por cuál de ellos tenía la verdad, aquel rey entró en la ciudad y consiguió conquistarla.
Adaptación de un cuento popular
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