Mostrando entradas con la etiqueta perdón. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta perdón. Mostrar todas las entradas

martes, 2 de abril de 2013

Construyendo un puente

No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes tuvieron un conflicto, el primero de seriedad que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua. Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente con la disputa. Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo entre ellos hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.
Una mañana alguien llamó a la puerta del mayor de los hermanos. Al abrir la puerta encontró a un hombre con herramientas de carpintero.
-Estoy buscando trabajo por unos días -dijo el extraño-. Quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso.

-Sí -dijo el granjero-. Tengo un trabajo para usted. Mire, al otro lado del arroyo en aquella granja vive mi vecino; bueno, de hecho es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y él tomó su bulldozer y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros. Seguramente hizo esto para enfurecerme, pero yo tengo una treta mejor... ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca, una cerca de dos metros de alto. No quiero verlo nunca más.
El carpintero le dijo:
-Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho.
El hermano mayor le ayudó a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. El carpintero trabajó duro todo el día midiendo, cortando, clavando. Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero acababa de terminar su trabajo...

El granjero quedó boquiabierto y con los ojos completamente abiertos. ¡No había ninguna cerca de dos metros! En su lugar había un puente. ¡Un puente que unía las dos granjas a través del arroyo! Era una fina pieza de arte con pasamanos.
En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo:
-¡Eres un gran tipo, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho...!
Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas.
-¡No, espera! -le dijo el hermano mayor-. Quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti.

-Me gustaría quedarme -dijo el carpintero-, pero tengo muchos puentes por construir...

martes, 29 de mayo de 2012

Sabio

Un sabio, cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. La gente no dio mucha importancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a la población. Incluso después de algún tiempo llegó a ser motivo de risas y burlas de los habitantes de la ciudad.

Un día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y mujeres empezó a insultarlo. En vez de fingir que los ignoraba, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.

Uno de los hombres comentó:
-¿Es posible que, además, sea usted sordo? ¡Gritamos cosas horribles y usted nos responde con bellas palabras!


El sabio respondió:
-Cada uno de nosotros sólo puede ofrecer lo que tiene.

domingo, 12 de febrero de 2012

La lección de la perla

Una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas.

Las perlas son producto del dolor, el resultado de la entrada de una sustancia extraña e indeseable al interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena. En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando un grano de arena penetra en la ostra, las células de nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y capas y más capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Como resultado, se va formando una hermosa perla. De este modo, una ostra que no haya sido herida de algún modo, no puede producir perlas, porque la perla es una herida cicatrizada.

Así, ¿te has sentido herido por palabras hirientes? ¿Has sido acusado de haber dicho o hecho cosas que nunca dijiste o hiciste? ¿Tus ideas fueron rechazadas o mal interpretadas? ¿O quizás fueron tomadas por alguien para presentarlas como propias? ¿Has sufrido golpes de los que adquieren ideas preconcebidas indebidamente? ¿Has sido objeto de la indiferencia? 

Entonces, ¡produce una perla! Cubre cada una de tus heridas con varias capas de amor. Muchas personas sólo aprenden a cultivar resentimientos, dejando sus heridas abiertas, alimentándose con sentimientos pobres que impiden que las lesiones cicatricen. En la vida real vemos muchas "ostras vacías", no porque no hayan sido heridas, sino porque no han sabido perdonar, comprender y transformar el dolor en amor. Vale la pena enfrentar las heridas.

No te dejes vencer por el mal, antes vence al mal con el bien (Rm 12, 21)