En una noche oscura, un hombre por las calles de un pueblo llevando una lámpara de aceite encendida. Era una noche sin luna. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce: es el ciego del pueblo.
- ¿Qué haces, ciego, con una lámpara en la mano? ¡Si tú no ves!
A lo que este respondió:
- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino; conozco las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí... No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.
2 comentarios:
Me encanta este pasaje... gracias!!
tenemos q aprovechar lo q dios nosa da
Publicar un comentario