He aprendido algunas cosas que deseo compartir contigo.
1. Hay caminos que sólo Dios puede abrir.
2. Muchas veces nos equivocamos. Conviene detenerse, pensar y enmendar las cosas.
3. El orgullo es un mal consejero.
4. He comprobado que es verdad lo que decía el Padre Pío: “La oración es la llave que abre el corazón de Dios”.
5. Solía pensar que la oración era el idioma de Dios. No importaba en qué idioma rezaras, Él siempre te iba a escuchar y a comprender. Con los años me he dado cuenta que el idioma de Dios es otro. El idioma de Dios es el Amor. Un idioma que olvidamos y dejamos de hablar.
6. Ante las dificultades hay dos caminos: desesperarse, llenarse de angustia y temor o abandonarse en las manos del Padre, dejarlo todo en sus manos amorosas y paternales. Me di cuenta hace algunos años que el mejor camino era el de la confianza y el abandono. Si confías mucho, recibes mucho, si confías poco, recibes poco.
7. ¿Comprender? ¿Quién puede entender las cosas que nos pasan? Me percaté que era mejor no tratar de comprender y dedicarme a confiar.
8. La pedagogía de Dios es llevarnos a la perfección, a su Amor. Y hará lo mejor para nosotros, aunque en su momento no lo parezca.
9. En todo debes descubrir el Plan de Dios, su voluntad, su presencia amorosa.
10. Últimamente he escuchado a personas con sufrimientos muy grandes. Y casi todas han encontrado su fortaleza en Dios. No han dejado de sufrir, pero han aprendido que la carga es más llevadera entre dos. Dios y ellos.
11. Como todos, enfrento dificultades y dudas. A menudo no sé qué hacer. Entonces, recurro a Jesús, mi amigo de la infancia. Y lo visito en el Sagrario. En esos momentos hay que saber escuchar con el corazón, no con la razón. Y ver con los ojos del alma. Escucha: Jesús te quiere hablar, desea consolarte, abrazarte, llenarte de gracias. Eres especial para Él. Te ama muchísimo.
12. Todo depende de ti ahora. En medio de este mar embravecido, con grandes olas, ¿prefieres llevar tú el timón de tu vida? ¿O prefieres que sea Dios quien lo lleve?
13. He descubierto una maravilla: el Evangelio se cumple. Todas las promesas que allí encuentras, se cumplen. Y no es algo que he leído sino que a diario lo compruebo. Es un tesoro que todos tenemos a nuestro alcance. Haz la prueba. Confía en Dios y verá la diferencia.
14. ¿Has probado a dormir con el dulce nombre de Jesús en tus labios? ¿Has probado a decirle que lo amas?
15. La semana pasada me vino a la mente esta oración de san Francisco de Asís: “Señor, hazme un instrumento de tu paz”. Y me di cuenta que en ocasiones hacía todo lo contrario. Reconocí mi error y ahora con más confianza y alegría suelo repetirle esta oración: “Hazme un instrumento de tu paz”. Con la esperanza que en verdad sea ese instrumento y le pueda servir mejor y hacer su voluntad.
Testimonio de Claudio de Castro
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