¿Crees que
no tengo tentaciones? Las tengo… y muchas. Pero también tengo a Jesús, a mi
gran amigo, que nunca me abandona a pesar de las tonterías que hago. Él siempre
está conmigo, a mi lado, dispuesto a hacer lo que sea por mí. Me basta verlo clavado en la cruz para
entender lo que hace el Amor. Por eso no
me es tan difícil amar al que no me ama, al que me hace daño y perdonar.
Mi vida
nunca fue la misma desde el día que me decidí por Dios. Vaya, que me han llamado "bicho raro" infinidad de veces. Pero he sido feliz
siendo ese bicho raro.
A veces me
ocurren cosas que ni yo mismo entiendo. Como la vez que una señora salía de la
capilla donde tienen el Sagrario. La vi afligida y me dio por obsequiarle un
libro. A los meses me la encuentro en un evento y me dice: "¿Recuerda el libro
que usted me obsequió? Ese día fui a ver a Jesús para que me ayudara a
perdonar. Salgo llorando y usted me entrega un libro. Se titulaba: El camino
del Perdón. No he dejado de llorar, pero he sanado y pude perdonar. Quería que
lo supiera".
Como siempre,
en estos casos, sé bien a quién le debemos agradecer estos pequeños milagros.
Al que está en el Sagrario, a Jesús Sacramentado. Yo sólo escribo, Él es quien toca los
corazones.
Hace poco estuve en un oratorio, donde tienen el sagrario. Le fui a contar a Jesús los problemas que estoy atravesando. Nunca es igual verlo expuesto allí frente a ti, en esa hostia blanca y hermosa, que imaginarlo detrás de la cortina que lo cubre y la puerta que cierra el sagrario.
Hace poco estuve en un oratorio, donde tienen el sagrario. Le fui a contar a Jesús los problemas que estoy atravesando. Nunca es igual verlo expuesto allí frente a ti, en esa hostia blanca y hermosa, que imaginarlo detrás de la cortina que lo cubre y la puerta que cierra el sagrario.
Me dio por
decirle: "¿Por qué no sales de allí, de ese sagrario y te sientas conmigo,
aquí, en este banco, a mi lado?".
Al instante
sentí que alguien me abrazaba en ese banco solitario en la que sólo estaba
yo. Sentí su presencia viva junto a mí.
Cerré los ojos para imaginarlo sentado, mirándome con picardía, sonriéndome. En ese momento iniciamos una conversación. ¿Lo imaginé? No lo sé.
- Mira lo que me haces hacer -dijo entre sonrisas-. Estoy aquí por ti, y para todos los que me visitan.
- Mira lo que me haces hacer -dijo entre sonrisas-. Estoy aquí por ti, y para todos los que me visitan.
Me molesté
con Él al ver en mi mente tanta gente sufriendo.
- ¿Por qué? -le pregunté- ¿Acaso es
necesario tanto dolor?
- Mírame cada vez que puedas clavado en la cruz. Sin dolor no hay Redención.
- Mírame cada vez que puedas clavado en la cruz. Sin dolor no hay Redención.
- No es algo
que me agrade -le dije-. Y tampoco lo entiendo.
- Sumérgete en mi Amor. En el amor no hay que entender nada. Sólo hay que amar. Es lo que Yo quiero que hagas, que ames.
Seguí sin entender nada, pero le prometí que amaría. Y le pedí una pizca de su Amor, porque el mío era muy pobre e insuficiente.
- Sumérgete en mi Amor. En el amor no hay que entender nada. Sólo hay que amar. Es lo que Yo quiero que hagas, que ames.
Seguí sin entender nada, pero le prometí que amaría. Y le pedí una pizca de su Amor, porque el mío era muy pobre e insuficiente.
Se quedó
conmigo, junto a mí, sentado en aquel banco. Y rezamos juntos. Y le agradecí
por ese bello momento que estuvo conmigo.
Durante la
comunión, jocosamente le dije: "Te tengo, ahora eres mío”. Y Él me repitió, con
total dulzura: “Te tengo, Claudio. Ahora eres mío”.
Yo sólo atiné a decir: "Gracias, Jesús, por ser mi amigo. Mi gran amigo".
Testimonio de Claudio de Castro
2 comentarios:
Es hermoso tener a Jesús como amigo.
Sentir a jesus en vuestros corazones creo que es lo mas hermoso en la vida..
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