martes, 13 de agosto de 2013

El sueño

Te lo cuento porque es edificante, porque tal vez, este sueño no fue para mí, sino para ti. Para que sepas que nuestra Madre del cielo, vela por ti.

Los lobos

Me encontraba en una explanada hermosa. Era una mañana de mucho sol y corría la brisa fresca. La hierba estaba cortada y el ambiente era para estar contento.

Al fondo de aquel parque había un bosque misterioso. Lo formaba un grupo extenso de árboles muy altos, tan pegados entre sí que apenas había espacio para que una persona pasara en medio. Reinaba una gran oscuridad en aquel lugar, a diferencia del día soleado de la explanada.

Pensé que las copas de aquellos árboles impedían que se filtrara la luz del sol. Todo era extraño… Me acerqué para ver mejor y la voz de un niño me advirtió: “No te acerques allá”.
Caminaba hacia el bosque cuando surgió, de entre aquellos árboles, una jauría de 50 lobos enormes. Corrieron hacia donde yo me encontraba. En sus miradas se les notaba un gran odio. Eran negros como la noche. Nunca vi nada semejante. Sus dientes les sobresalían de sus bocas, afilados como cuchillos. No parecían ser de este mundo.

Corrí lo más rápido como pude, pero pronto me alcanzaron y me cortaron el paso. Estaba muy asustado y empecé a gritar esperando que alguien llegara: 
-¡Ayuda! ¡Ayuda!

En el momento que me rodearon, una luz blanca y brillante los aturdió. No podían avanzar por más que lo intentaron. Entonces vi a mi lado a una mujer muy hermosa, de vestimentas blancas, con hilos dorados. Sonreía con dulzura. Colocó su mano sobre mi hombro y me dijo con serenidad: 
-No tengas miedo.

Supe en ese instante que nada malo pasaría.

Y desperté.

Testimonio de Claudio de Castro

No hay comentarios: