sábado, 22 de diciembre de 2012

Esto no es la Navidad

Hoy cuando salí de mi casa pensé en la Navidad, en los ajetreos y  las cosas que muchos hacemos para estos días. Llegué a la aglomeración urbana, vi algunas personas disgustadas y me dije: “Esto no es la Navidad”.
La Navidad  nos permite andar felices, emocionados, porque una buena noticia se nos ha dado, algo extraordinario está por ocurrir.
Yo quisiera hacer algo diferente en estos días, que la Navidad sea para perdonarnos entre nosotros. Abrazarnos como verdaderos hermanos. Y seguir adelante, demostrar que se pueden superar las diferencias, los errores del pasado.
Hay algo grande en la Navidad que debemos descubrir. Es un evento extraordinario  que está más allá de nuestra comprensión. Nos da  la certeza que Dios  envió a su Hijo  para redimirnos, por Amor.  Sabemos que estuvo en medio de nosotros y nos dejó su Paz.
Es una época que nos anima a hacer las cosas diferentes. Vivir lo que creemos.
Es tener a Jesús en medio y reconocerlo en los demás.
Cada año, para estas fechas recuerdo lo que una vez hice. Decidí que a todo el que me encontrara le diría: “Feliz Navidad”. Los inicios fueron difíciles. Algunos me veían como diciendo: “¿y a éste qué le pasó?”. Me convertí en un bicho raro. Transcurrieron los días y de pronto me vi frente a un oficial de la policía.
-¡Feliz Navidad! -le dije efusivamente.
Me miró con sospecha. Colocó su mano sobre la funda del revólver. Y de pronto sonrió. Cambió su expresión y me respondió emocionado:
-Feliz Navidad para usted también.
La Navidad nos ayuda a comprender que no somos huérfanos. Estamos en la tierra por un motivo muy grande.
Estás aquí porque Dios te ama. 
Una vez me pregunté: ¿qué es importante en la Navidad?
La respuesta fue sencilla:
  • El amor.
  • Cantar villancicos con los niños.
  • Pasarlo en familia.
  • Armar un nacimiento.
  • Ir a las posadas.
  • Compartir nuestro tiempo.
  • Ayudar a todo el que podamos.
  • Hacer visitas, llevando alegría y entusiasmo. Tener momentos íntimos, para la oración.
  • Contemplar al recién nacido.
Mi vida le pertenece a este pequeño Niño que ha de nacer. Él será lo más importante para mí. Cuando le cargue en mis brazos, ¿cómo estará mi alma?, ¿tendré puestas mis mejores vestiduras? ¿Podré atraerlo a mí sin temor? Es tan pequeño e indefenso que casi da miedo apretarlo contra mi pecho.

Sí, podré hacerlo. Le besaré su frente. Y lo miraré a los ojos. Él me mirará. Tocará mi rostro con sus manitas y me sonreirá.


Testimonio de Claudio de Castro

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