Solía pensar que la oración era el lenguaje de Dios.
No importa en qué idioma le hables, Él siempre te comprenderá.
Después pensé: "Dios
es Amor, por tanto su idioma debe ser el Amor. Para estar con Dios no necesito
aprender otros idiomas, sólo debo amar".
Si amas y cumples sus preceptos, Él estará contigo y
te llenará de Paz y alegría.
Lo he visto en tantas personas... Después de una buena confesión sus vidas se transforman, se llenan de Dios y
cambian para siempre. Sienten una
urgente necesidad de amar. Amarlos a todos.
Estando en Su presencia se transforman, como si
volvieran a nacer.
Ahora pienso que orar también es estar en la presencia
de Dios. Permanecer en silencio frente a nuestro Señor. Sólo necesitamos la
certeza de sabernos amados, que es nuestro Padre y que nunca nos abandona.
Vivir en su presencia, experimentarlo es una oración
continua y hermosa. Nada te falta.
Sientes que su gracia te llena y te basta.
Ante Él no necesitas tantas palabras. El sabe lo que
hay en tu corazón, te conoce a fondo. No necesita tus palabras. Sólo con
mirarte y tú con mirarlo, basta para que os comniquéis y os entendáis. Con
Dios, una mirada, un gesto, son suficientes.
Si en Dios vivimos, estar
en Él, abandonarnos en su Amor, confiar en sus designios, aceptar su voluntad,
cumplir lo que nos pide, es todo lo que necesitamos.
Ante Él, lo material, nuestros planes, quedan reducidos
a la nada. Nuestro mérito es nuestra voluntad, poder elegir el camino que vamos
a seguir. Yo elijo su Camino, el Camino de Dios. Escojo hablar su idioma, vivir
en su presencia, acompañado por mi Señor.
Hay varias palabras que reflejan la oración: Silencio. Entrega. Confianza. Presencia de Dios.
Dios está contigo. A tu lado, en ti.
¿Te animarías a consagrarle tu vida?
Gastarla en algo
grande, que valga la pena.
Todo lo que hagas por Dios llenará tu vida, le dará
sentido. Dios es amor y su Amor te envolverá por siempre.
Testimonio de Claudio de Castro
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