Me he
preguntado mucho: “¿Por qué Dios permite que caigamos en lugares oscuros,
situaciones difíciles que no hemos deseado?”
He llegado a la conclusión que es
para que iluminemos esos sitios, como la llama de la vela que se nota en medio
de la oscuridad.
Debemos ser lámparas encendidas, velas pequeñas, que alumbran el camino y aclaran la
oscuridad.
Estamos
llamados a iluminar el mundo con nuestro ejemplo y la presencia de Dios en
nosotros.
Todo se basa en confiar, saber lo que Dios nos pide y tener fe.
Testimonio de Claudio de Castro
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